La Almazara, una creación única de Phlippe Starck en Ronda de obligada visita

La revista Time la incluye como uno de los lugares imprescindibles para conocer en 2025

Starck desembarca en Ronda con su almazara de autor

Interior de La Almazara, edificio creado por Philippe Starck en Ronda.
Interior de La Almazara, edificio creado por Philippe Starck en Ronda. / Javier Flores

Ronda/No hay nada parecido en la provincia de Málaga y, probablemente, tampoco en el mundo. La Almazara, la obra creada por el diseñador Philippe Starck para Ronda es un diseño único que ya comienza a deslumbrar al mundo. Y es que publicaciones tan prestigiosas como la revista americana Time la han incluido entre una de las visitas obligadas para este año 2025 en el mundo. Todo un espaldarazo internacional o un proyecto muy joven y que se podría decir, acaba casi de nacer. También Neflix utilizó ya sus instalaciones para la realización de grabaciones para sus producciones.

El edificio incluyó a la ciudad del Tajo en el selecto club de poblaciones que pueden presumir de un edificio de estas características que, además de atraer visitantes, no deja a nadie indiferente. Arquitectura de vanguardia extrema en estado puro, podría decirse. Resulta complicado definirlo y solo hay que hacer un pequeño viaje por las diferentes publicaciones que se han realizado desde su apertura para darse cuenta de que Starck logró lo que pretendía, generar opinión, emoción y conseguir que cada visitante sienta algo diferente tras su visita.

Ubicada en una finca a un kilómetro el casco urbano rondeño, este edificio sorprende desde la primera vista que se tiene del mismo. El cubo rojizo cuenta en el exterior con un enorme cuerno, un ojo de Picasso esculpido en el hormigón o una enorme aceituna que dejan claras las intenciones del autor. Una creación fuera de lo normal que busca sorprender a todo aquel que lo vea. Objetivo conseguido. Es prácticamente imposible que nadie quede indiferente ante semejante edificio vanguardista.

Un enorme tubo transportador de aceitunas cuelga en mitad del enorme edificio.
Un enorme tubo transportador de aceitunas cuelga en mitad del enorme edificio. / Javier Flores

Un exterior impresionante que no deja entrever el enorme contraste que existe en el interior cuando al entrar parece que estuviésemos entrando en una especie de cripta o una gran cate dral en el que la escasa luz y las sombras y una cuidada iluminación hacen un conjunto único. De este modo se consigue llamar la atención tanto sobre los elementos más destacados, como de aquellos que sorprenden en algún rincón del recorrido y que pueden tener un tamaño diminuto. Eso sí, no intente encontrar una explicación y un hilo conductor o una explicación lógica, simplemente, es Starck.

El cubo es fruto la imaginación del diseñador de un meteorito que alcanzó la tierra y cayó en Ronda, una ciudad de la que Starck se declara enamorado. El resto son alusiones a los elementos esenciales como son agua, fuego y aceite o la cultura andaluza con guiños a la tauromaquia o al primer hombre que voló y que fue el rondeño Abbás Ibn Firnás. Incluso cuenta con una reproducción de aquel artilugio con el que se lanzó al aire por primera vez. Unos guiños a la cultura andaluza que se suceden, aunque el propio diseñador pueda no compartir su afición por la misma como es el caso de la tauromaquia, pero considera que no puede ignorar un elemento así estando en Andalucía y, mucho menos, con el papel que jugó la propia ciudad del Tajo en este ámbito.

La escultura sin rostro es otro de los elementos singulares de la obra.
La escultura sin rostro es otro de los elementos singulares de la obra. / Javier Flores

Y todo ello cruzado por un enorme tubo suspendido en el aire por el que pasan las aceitunas durante la época de recogida para ser molturadas en su interior. Otro juego de arquitectura y sonido que hacen que el espacio sea una zona viva que evoluciona en función de la luz y de la época del año.

Otro de los elementos singulares del edificio es la enorme lona que cubre el techo del edificio y que ha sido creada también en exclusiva para esta creación por la propia hija de Philippe Starck.

El complejo combina su función como almazara productora de aceite, el museo que recorre la historia del aceite de oliva, la arquitectura de enormes volúmenes diseñada por Starck y el interior inesperado que se abre a la Serranía mediante una enorme terraza, todo es a tamaño gigante, que nos deja ver algunas de las mejores vistas de la zona.

Una experiencia que no es obligatorio vivir al completo, también se puede, simplemente, acudir a su bar para disfrutar de una copa de vino mientras se degustan algunos de los productos típicos de la zona como chacinas o quesos.

La gran terraza está suspendida en el aire gracias a unas enorme cadenas.
La gran terraza está suspendida en el aire gracias a unas enorme cadenas. / Javier Flores

Una experiencia que se puede completar con el alquiler del cortijo que posee la finca, una casa al estilo de la toscana italiana, con vistas a la propia Almazara y a las sierras de la comarca rondeña. Allí se puede llevar a efecto una desconexión total entre olivares y obras del propio Starck que salpican los caminos de la finca y que aparecen como de la nada.

Experiencias variadas

Los visitantes pueden vivir diferentes experiencias para conocer el mundo creado por Starck, desde adaptarse a alguna de las visitas ya diseñadas con guía o con audioguía, hasta crearse su propia experiencia bajo petición. Las dos primeras son las más accesibles y tienen un coste de 28 y 15 euros, respectivamente.

En los dos primeros casos, tras conocer el edificio y la finca en una inmersión al mundo del olivar, se culmina con una cata de aceite para que los visitantes puedan tener un mayor conocimiento de uno de los productos más apreciados en la gastronomía.

Los recorridos finalizan con una cata de aceites.
Los recorridos finalizan con una cata de aceites. / Javier Flores

A ello se puede sumar la realización de una experiencia con catas en el exterior en alguna de las terrazas naturales o comida en el bar de la Almazara. Una opción que puede oscilar entre los 80 y 100 euros.

15 años de tramitación

Hacer realidad la construcción de La Almazara no ha sido un proceso fácil. Han sido 15 los años que han invertido los promotores de esta idea para conseguir hacer realidad aquel sueño de Philippe Starck y Pedro Gómez Baeza, hasta el punto de que este último no logró verlo terminado al fallecer antes de su inauguración.

En este camino han sido muchos los problemas que han tenido que salvar, primero para conseguir los permisos necesarios y, posteriormente, para poder plasmar sobre el terreno la idea que Starck había pensado sobre el papel. Todo un desafío para los equipos de arquitectura, ingeniería y la constructora rondeña que se encargó de ejecutar los trabajos.

Imagen exterior del edificio.
Imagen exterior del edificio. / Javier Flores

Un proceso muy complejo en el que tuvieron que afrontar montajes casi imposibles, como el gran tubo transportador de aceitunas que entra desde el exterior y que está prácticamente suspendido del aire pese a su gran peso. "Es el elemento más complejo de todo el edificio, está voladizo solo sujeto con unos pequeños cables", ha explicado el CEO del proyecto, Santiago Muguiro.

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