El actor y autor Juanma Díez Diego
El actor y autor Juanma Díez Diego
Francisco Andrés Gallardo

04 de julio 2025 - 09:32

El dramaturgo y actor Juanma Díez Diego vuelve al teatro con la productora Luces y Sueños con Salto o Caída, una obra que aborda el suicidio y la enfermedad mental con una poética desgarradora. Lolo Diego, productor y actor junto con Mabel del Pozo, completan el elenco de una obra que pone sobre el escenario los temas más difíciles de nuestra sociedad como es la salud mental. En la obra, una mujer recorre las puertas de los edificios de la calle Alcalá hasta encontrar el número 201 abierto. Allí, en una casa donde es fácil accedrer tendrá lugar la tragedia. Veinte años después su hijo regresa al mismo portal en busca de respuestas.

-Salto o Caída aborda el suicidio de manera frontal. ¿Cree que el teatro tiene una responsabilidad social cuando trata temas tan delicados como la enfermedad mental?

-El teatro, al abordar temas tan delicados y complejos como la enfermedad mental, tiene una enorme responsabilidad. No se trata solo de contar una historia, sino de hacerlo con la sensibilidad y profundidad que el tema exige. En Salto o Caída, esta responsabilidad se refleja en un cuidadoso trabajo de investigación y asesoramiento, además de partir de una experiencia personal. Más allá de visibilizar el suicidio, la obra busca aportar luz y esperanza, ofreciendo una perspectiva que invite a la reflexión sin caer en juicios simplistas.

-En su obra, dice que “todos tenemos a alguien, o sabemos de alguien, que ha decidido saltar”. ¿Hasta qué punto el suicidio es un reflejo del fracaso de nuestra organización social?

-Que una persona decida “saltar” del mundo, que no encuentre una alternativa para enfrentar su dolor, es una tragedia que nos interpela como sociedad. Nos obliga a preguntarnos qué está fallando en nuestro entorno, en nuestra forma de relacionarnos y apoyarnos. Como le ocurre al conserje, interpretado por Lolo Diego en Salto o Caída, el espectador puede empezar a cuestionarse: ¿qué puedo hacer?, ¿es posible ayudar? Si la obra logra que el público salga con estas preguntas en la cabeza, habremos cumplido un propósito importante.

-¿Qué puede aportar el teatro a la concienciación sobre la salud mental que no puedan hacer otros medios?

-El teatro tiene una capacidad única para actuar como un espejo que nos refleja a nosotros mismos. Su fuerza radica en el aquí y ahora, en esa experiencia colectiva que reúne a los espectadores en una suerte de asamblea. Este espacio compartido permite abrir la conciencia, movilizarla, y generar un diálogo interno y con los demás. A diferencia de otros medios, el teatro crea una conexión inmediata y visceral, un momento irrepetible que puede transformar nuestra forma de entender la salud mental.

-Su dramaturgia busca “convertir el dolor en belleza”. ¿No existe el riesgo de romantizar el suicidio al poetizarlo?

-No busco conscientemente convertir el dolor en belleza; más bien, es algo que emerge de forma natural al contar esta historia. Si romantizar implica idealizar o poetizar implica minimizar la gravedad del suicidio, entiendo el riesgo que esto podría suponer. Sin embargo, en Salto o Caída evitamos ese peligro. Nuestra intención no es ocultar ni estigmatizar el tema, sino ponerle foco con respeto y profundidad. La belleza, en este caso, reside en la posibilidad de transformar las heridas, de comprenderlas y aprender a vivir con ellas. Los personajes de la obra caminan hacia esa trascendencia, mostrando un camino de resiliencia más que de idealización.

-¿Cómo ha sido el proceso de crear una obra tan personal manteniendo la distancia artística necesaria?

-Crear Salto o Caída ha sido un proceso profundamente personal. Siento que las obras nos eligen, y esta me convocó desde hace tiempo, reclamando mi atención para poner luz sobre una herida que necesitaba ser expresada. El teatro, con su capacidad para entrelazar conflicto, ficción y realidad, se convirtió en el medio perfecto para canalizar esa necesidad. No niego que enfrentarme a este tema ha sido intimidante; una voz interior me advertía: “no vayas por ahí, no te atrevas”. Pero esa resistencia es, precisamente, la señal de que vale la pena escribir. A través de Luces y Sueños, la productora que fundamos Lolo Diego y yo, y con el apoyo de Mabel del Pozo y las orientaciones de Eusebio Calonge, nos lanzamos a este desafío. El proceso fue de creación colectiva, transformando el texto desde el papel hasta el escenario, equilibrando la intimidad de la historia con la distancia artística necesaria para hacerla universal.

-¿Qué respuesta espera del público? ¿Qué diálogo quiere generar?

-Más que respuestas, espero que Salto o Caída despierte preguntas y cuestionamientos en el público. No se trata de ofrecer certezas, sino de generar sensaciones de alivio, esperanza y optimismo, incluso frente a la tragedia. Quiero que la obra hable a los cuerpos, que cada espectador pueda mirar sus propias heridas y preguntarse: ¿cómo puedo transformarlas? A mí, este proceso me confrontó con preguntas retadoras, como: ¿cuál es el origen de la enfermedad mental?, ¿se puede curar más allá de tratarla?, ¿cómo miramos a quienes la padecen?, ¿qué descubre aquel a quien llamamos loco? Y, sobre todo, ¿es el suicidio un grito que señala el fracaso de nuestra organización social? Me gustaría que el público se lleve una pregunta fundamental: ¿por qué vale la pena vivir? Si logramos que cada espectador se haga estas preguntas, habremos abierto un diálogo significativo.

-¿Cree que el teatro español está preparado para abordar estos temas con la profundidad que merecen?

-Sí, creo que el teatro español está preparado, aunque no es un camino fácil. Las dificultades son muchas, pero con esfuerzo y pasión se pueden superar. En Luces y Sueños, Lolo Diego y yo nos propusimos precisamente esto: hacer posible un teatro que aborde temas complejos y que mueva al público. Con la gasolina de nuestra pasión por contar historias que importan, nos lanzamos a este reto, y creemos que el teatro tiene el potencial de tratar estos temas con la profundidad y sensibilidad que merecen.

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